
Género: Novela
El grito
EMECÉ, Buenos Aires, 2004
Buenos Aires, fines de 2001. Federico, un joven obsesionado con El suicidio de Durkheim, entra sin querer en una turbulencia de manifestantes. Horacio, ex guerrillero, encuentra su casa saqueada por su propia esposa y se entrega a los recuerdos. Peter, decorador de interiores, parte hacia un misterioso retiro espiritual financiado por un grupo de empresarios, y activa la cura del mal que lo convirtió en esclavo de Oscar, su pareja. Clara, una escultora aislada en las rutinas que le impone la leucemia, accede a dejarse sorprender por una insólita visita: el estudiante de cine miope que aterriza en su balcón. Cuatro voces para cuatro historias cuya relación se descubre poco a poco. Una época en que la experiencia se ha vuelto tan nula como vasta, tan dura como frágil, tan real como increíble.
Críticas
“La Buenos Aires de fines del 2001, un fondo dificilísimo que Florencia Abbate logra abordar con enorme sutileza y acierto: la denuncia declamatoria y asertiva a la que el tema nos tiene acostumbrados desaparece para dar lugar a un murmullo subterráneo que no por tal pierde su poder de socavarlo todo, con una prosa límpida que no por eso renuncia a la traza de poeta de la autora, y con una mirada despojada de clichés pero no de intensidad”.
“Un poco a la manera de Dublineses, de James Joyce, pero más aun al modo del estilo de Guillermo Arriaga –el novelista mexicano autor de los guiones de Amores perros y 21 gramos– el contundente relato amplio de El grito se inspira en las reuniones fugaces de lo separado”.
La virtud principal es que los relatos atrapan mientras se leen, producen sorpresas mezcladas (argumentales y estilísticas) y se cierran con contundencia o sabia sutileza (…) Son voces que ya estaban en esquirlas antes de que las alcanzara la explosión, y que producen relatos que en vez de ordenarlas son ellos mismos estallados. Vale la pena meterse en esta novela”.
“El grito propone nada menos que la salvación, no por sugerir la compra de alguna de las ofertas del mercado del cielo o la causa, o porque oriente al ideal filantrópico en comandita, sino por la llegada de un otro con el que mirarse a los ojos sin la promesa de una fundación y con la certeza de que en el cielo de El grito (el cuadro), tras su rojo de sangre –el modernismo ha muerto, ¿cómo podría haber cursilería?–, yace la eterna metáfora del amanecer después de una tormenta”.